El ajuste en la economía española ante la primera crisis económica del siglo XXI está siendo más severo que en el resto de las principales economías occidentales. Es cierto que la fase de crecimiento también fue más prolongada e intensa en España. Pero lo más sobresaliente en este final de 2009 es que todo parece confirmar que el próximo año la economía española seguirá instalada en el decrecimiento. Los factores principales del crecimiento fueron la adquisición de viviendas y el consumo familiar. La situación actual de ambos y las previsiones para un futuro inmediato no son nada favorables. De hecho, se puede tener la impresión de que a los españoles les gusta hacer las cosas con determinación: durante el período de crecimiento, el gasto en consumo y en adquisición de viviendas aumentaba a un ritmo superior al de los ingresos provocando un aumento del endeudamiento; ahora, durante la recesión, la contracción del gasto ha sido superior a la de los ingresos.
Es cierto que durante el último año el sector público han pasado a jugar un papel activo en la economía y que el sector exterior ha dejado de restar puntos al crecimiento gracias a la caída en las importaciones. Sin embargo, es difícil pensar que vayan a reemplazar a los dos la demanda de vivienda y de consumo como motores de crecimiento. En el caso del gasto público, el fuerte crecimiento del déficit y de la deuda pública evidencia que las posibilidades de mantener un ritmo expansivo del gasto público si aumentar los impuestos son inexistentes. En el caso del sector exterior, las importaciones seguirán contrayéndose a medida que lo haga la economía y volverán a crecer cuando la economía española recupere la senda del crecimiento económico. En lo que respecta a las exportaciones, el análisis detallado nos llevaría a extendernos en exceso. Digamos solamente que sin el respaldo de una fuerte expansión de las economías de los socios comerciales y de una firme depreciación, es difícil confiar en una firme expansión de las exportaciones capaz de alimentar la recuperación. España forma parte de la zona euro, y por ello, no es posible una depreciación de la moneda. El equivalente que sería una fuerte reducción de costes o un importante incremento de la productividad no parece que vayan a producirse tanto por razones socioeconómicas como técnico-económicas.
Además, diferentes indicadores apuntan a que el ajuste en el sector de la construcción todavía no se ha completado. La caída de los precios no se ha agotado, en parte, por el exceso de oferta, pero también por la apatía de la demanda. La reducción de los precios de la vivienda todavía no alcanzado los niveles de crisis anteriores.
La ley de la economía sostenible parecía una buena ocasión para establecer la senda de un nuevo modelo de crecimiento. Pero parece ser que las ocasiones cada vez son más escasas.
Hasta luego y buena suerte.
[Via http://kopher.wordpress.com]
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